Crúzome en tu vientre y más adentro.
Pletórico, hoy me reviento
en tus brazos y contemplo un cielo.
¡Vamos a amarnos como tréboles abiertos!
¡No caben en tus fuegos hoy mis fuegos,
ni tiembla tu cadera, ni hay tormentos!
Rómpete y desgréñate en fundido acero
y combáteme y saquéame a morder la carne
hasta cubrirla en dulces devaneos.
Frente a ti: toda la vorágine, toda la sátrapa y voraz vehemencia;
horda de suspiros: en ti, la ambición y el antojo,
a ardiente audacia, el apego,
la ira y el furor como un capricho.
¡Qué sedienta tu desnudez de arquera!
¡Qué ahínco en tu afán de estrella!
Oh volátil, volátil deseo siempre eterno.
Donde clavas tus senos ahí me quiebro.
Donde hundes tus muslos ahí reposo.
Ave que me contuviste; Torre estable y habitable:
El fin del mundo vuela y cae
y luego vive hasta tu vientre.
La tempestad de pájaros sus sueños plañen.
Y tú… ¡ah!... y tú… y tú:
¡Qué más que el trueno y el anhelo!;
¡Qué más que el éxtasis ardiendo!;
¡Qué más que un cuerpo universal y bello!;
¡Oh mi sed de ti y mi tormento!
¡Oh tu piel dorada por mis besos!
¡Oh el filo de unos dientes en la espalda ya clavados!
Juego en ti mis ansias y veneros:
y tu carne viva que yo sorbo,
y tus manos que aguijonan en mis flancos,
y la hipnosis de mis labios en tu pelvis,
hasta gemir de hambre en tus confines.
¡No caben en tus fuegos hoy mis fuegos!
¡No caben nuestros besos en mis besos!
¡Qué más que un cuerpo universal y bello!
He de morir en ti como un crucero.
He de extraer la vida y mar entero.
Déjame sucumbir como un velero.
Pletórico, hoy me reviento
en tus brazos y contemplo un cielo.
¡Vamos a amarnos como tréboles abiertos!
¡No caben en tus fuegos hoy mis fuegos,
ni tiembla tu cadera, ni hay tormentos!
Rómpete y desgréñate en fundido acero
y combáteme y saquéame a morder la carne
hasta cubrirla en dulces devaneos.
Frente a ti: toda la vorágine, toda la sátrapa y voraz vehemencia;
horda de suspiros: en ti, la ambición y el antojo,
a ardiente audacia, el apego,
la ira y el furor como un capricho.
¡Qué sedienta tu desnudez de arquera!
¡Qué ahínco en tu afán de estrella!
Oh volátil, volátil deseo siempre eterno.
Donde clavas tus senos ahí me quiebro.
Donde hundes tus muslos ahí reposo.
Ave que me contuviste; Torre estable y habitable:
El fin del mundo vuela y cae
y luego vive hasta tu vientre.
La tempestad de pájaros sus sueños plañen.
Y tú… ¡ah!... y tú… y tú:
¡Qué más que el trueno y el anhelo!;
¡Qué más que el éxtasis ardiendo!;
¡Qué más que un cuerpo universal y bello!;
¡Oh mi sed de ti y mi tormento!
¡Oh tu piel dorada por mis besos!
¡Oh el filo de unos dientes en la espalda ya clavados!
Juego en ti mis ansias y veneros:
y tu carne viva que yo sorbo,
y tus manos que aguijonan en mis flancos,
y la hipnosis de mis labios en tu pelvis,
hasta gemir de hambre en tus confines.
¡No caben en tus fuegos hoy mis fuegos!
¡No caben nuestros besos en mis besos!
¡Qué más que un cuerpo universal y bello!
He de morir en ti como un crucero.
He de extraer la vida y mar entero.
Déjame sucumbir como un velero.
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