La sorprendí en mitad de la pradera...
Le pedí un beso: se mostró ofendida
y con la faz llorosa y encendida
huyó sin rumbo en rápida carrera.
-"Espera -le grité- por Dios, espera!".
Más ella, por el pánico impelida,
cruzó volando la extensión florida,
como blanca paloma mensajera...
Cayó por fin, de la fatiga al peso;
la alcé triunfante de la tierra helada
y la oprimí con tímido embeleso.
Ella me dijo entonces asustada:
-¿Quieres que te dé un beso? Toma un beso;
pero, por caridad... no me hagas nada..."
Le pedí un beso: se mostró ofendida
y con la faz llorosa y encendida
huyó sin rumbo en rápida carrera.
-"Espera -le grité- por Dios, espera!".
Más ella, por el pánico impelida,
cruzó volando la extensión florida,
como blanca paloma mensajera...
Cayó por fin, de la fatiga al peso;
la alcé triunfante de la tierra helada
y la oprimí con tímido embeleso.
Ella me dijo entonces asustada:
-¿Quieres que te dé un beso? Toma un beso;
pero, por caridad... no me hagas nada..."
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