-yo la quería desde antaño-
a esa mujer, en cuyos ojos
bebí mi júbilo y mi daño...
Quise una vez -nunca así quise
ni así querré, como así quiero-
a esa mujer, en cuyo espíritu
fundí mi espíritu altanero.
Quise una vez y desde nunca
-ya la querré y hasta que muera-
a esa mujer, en cuya boca
gusté -otoñal- la Primavera.
Quise una vez -nadie así quiso
ni así querrá, que es arduo empeño-
a esa mujer, en cuyo cálido
regazo en flor ancló mi ensueño.
Quise una vez -jamás la olvide
vivo ni muerto- a esa mujer,
en cuyo ser de maravilla
remorí para renacer...
Y esa mujer se llama... Nadie,
nadie lo sepa -Ella sí y yo-.
Cuando yo muera, digas -sólo-
¿quién amará como él amó?
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