martes, 30 de julio de 2019

"De somnio", ANÓNIMO (s. XII, d.n.e.)

Poema perteneciente al "Cancionero de Ripoll o Carmina Rivipullensia", del siglo XII  d.n.e.



Si uera somnia forent que somnio,
Magno perhenniter replerer gaudio.
Aprilis tempore, dum solus dormio
In prato uiridi, iam satis florido,
Virgo pulcerrima, uultu sydereo,
Et proles sanguine progressa regio,
Ante me uisa est, que suo pallio
Auram mihi facit cum magno studio.
Auram dum uentilat, interdum dultia
Hore mellifluo iungebat basia,
Et latus lateri iuncxisset pariter,
Sed primum timuit ne ferrem graviter.
Tandem sic loquitur: "Monitu Veneris
Ad te deuenio, dilecte iuuenis;
Face Cupidinis succensa pectore,
Mente te diligo cum toto corpore.
Ni me dilexeris sicut te diligo,
Credas quod moriar dolore nimio.
Quare te deprecor, o decus iuuenum,
Vt non me negligas, sed des solatium.
Nec iuste poteris nunc me negligere,
Quippe sum regio progressa sanguine.
Aurum et pallia, uestes purpureas,
Renones griseos et pelles uarias,
Plures tibi dabo, si gratus fueris
et, ut te diligo, sic me dilexeris.
Si pulcram faciem queris et splendidam,
Hic sum; me teneas, quia te diligam.
Cum nullus pulcrior te sit in seculo,
Vt pulcram habeas amicam cupio
".
His verbis uirginis commotus ilico,
Ipsam amplexibus duris circumligo.
Genas deosculans papillas palpito,
Post illud dulcius secretum compleo.
Inferre igitur possum quod nimium
Felix ipse forem et plus quam nimium,
Illam si uirginem tenerem uigilans
Quam prato tenui, dum fui somnians.
Si verdaderos fueran los sueños que sueño,
de un gran gozo de continuo me llenaría.
Era la época de abril: estando solo, dormía
sobre un prado verde, ya bastante florido,
cuando una doncella hermosísima, de rostro astral,
e hija sin duda de sangre regia,
ante mí se apareció, la cual con su manto
aire me daba con gran cuidado.
Mientras me abanicaba, entreveraba dulces
besos que con su boca meliflua me daba
,
y su cuerpo habría unido con el mío,
mas al principio temió un rechazo por mi parte.
Al fin así habló: —«Por consejo de Venus
a ti vengo, amado joven;
por la antorcha de Cupido inflamada en mi pecho,
con la mente te amo, y con todo el cuerpo.
Si no me amas como yo te amo,
créeme que moriré por dolor tan excesivo.
Por ello te ruego, oh belleza de los jóvenes,
que no me desdeñes, sino que me des solaz.
Y no podrás en justicia ahora desdeñarme,
pues procedo de regia sangre.
Oro y mantos, ropas purpúreas,
capas grises y pieles variadas,
muchas te daré, si grato me fueras,
y, si como yo te amo, así tú me amaras.
Si un bello rostro buscas, y espléndido,
aquí estoy: tómame, pues yo te amo.
Como nadie más hermoso que tú hay en el mundo,
que tengas una hermosa amiga deseo».
Por estas palabras de la doncella conmovido,
al instante con apretado abrazo la estrecho.
A la vez que sus mejillas beso, sus pechos palpo
y después aquel más dulce secreto alcanzo.
Deducir, por tanto, puedo, que demasiado
feliz sería yo, y más que en demasía,
si a aquella muchacha poseyera despierto,
y que en el prado tuve hasta que estuve despierto
(Traducción: Raúl Amores Pérez).



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