jueves, 4 de julio de 2019

"Ojos de gato tentador. Dos especies unidas", de MHAVEL N. (ESTADOS UNIDOS)

Fragmento perteneciente al libro "Ojos de gato tentador. Dos especies unidas", de fecha 2014  d.n.e.




«Su hermosa voz me hizo estremecer. Me acerqué a sus labios de forma deliberadamente lenta y nos besamos. Fue suave e intenso, me deleité de nuevo con sus ricos labios, su aroma, su liento.
Mis manos recorrieron su cabello, bajé acariciando su cuello, introduje un poco mis dedos por debajo del cuello de la camisa, acariciando su clavícula. Mordió suavemente mi labio inferior y empecé a desabrochar los botones mientras él besaba mi mejilla y bajaba hacia el mentón. Mis manos recorrieron su cálido pecho, mordió mi mentón y sentí sus colmillos hincándome. Mi respiración se volvió acelerada y profunda.
Le deslicé la camisa por sus hombros, quitándosela. Al fin lo tenía solo para mi. Lo empujé un poco y se tendió en el colchón llevándome con él. Lo besé de forma más intensa mientras acariciaba su pecho, pero sus manos se colaron por mi cintura: me empecé a perder estando completamente lúcida. Besé su mejilla y mordí su mentón: él soltó un seductor suspiro. Empecé a bajar besando su cuello, y bajé más, besando su pecho.
Soltaba suspiros y ahogó un par de cortos gemidos cuando le mordí. El aroma de su piel húmeda por mis besos era como una droga para mí. Volví a subir directo a sus labios y me recibió con intensidad. Volvió a sentarse mientras me besaba y acariciaba mi cintura. Sus manos subieron un poco más por debajo de mi blusa, hacia mis costillas, haciendo que un impulso nervioso me estremeciera.
—¿Puedo besarte...? —preguntó. —Sí, hazlo —solté antes de que terminara su pregunta y yo terminara de analizarla. Me tomó la cintura y con agilidad me tendió por completo en el colchón. Me besó mientras el calor de su torso desnudo y el peso de su cuerpo me envolvían. Estaba a su merced, acariciaba su espalda mientras él empezaba a bajar comiéndome a besos. Había empezado a desabotonarme la blusa sin que lo notara, aunque más parecía que los iba desabrochando a tirones mientras bajaba. Siguió bajando, besando mi abdomen.
Bajó más hacia mi vientre y luego se dirigió a mi cintura ladeando el rostro y abriendo los labios. Hincó sus colmillos en mi piel con una suave y apasionada mordida, haciéndome jadear.
Regresó a mis labios y la piel ardiente de su torso se unió a la mía. Rozó la punta de su lengua en la parte interna de mi labio superior, sonreí e introduje la mía en su boca, rodeando su cuello y presionándolo contra mí. Mis dedos recorrían y se entrelazaban en su cabello. Sonrió contra mis labios mientras acariciaba mi cintura.
—¿Me ayudas? —susurré mientras desabrochaba el botón de mi pantalón.
Echó un vistazo cuando sintió el roce de mis manos en su vientre bajo mientras me bajaba el cierre del pantalón. Me miró unos segundos y se reincorporó para ayudarme, estaba algo confundido pero no se detuvo a hacerme preguntas. «Muy listo». Introdujo sus dedos debajo del pantalón con cuidado de no rasparme con las puntas de sus uñas. Sus penetrantes ojos se posaron en los míos un par de segundos antes de deslizar la prenda hacia abajo, levanté mi cadera un segundo para ayudar.
El corazón se me había acelerado y golpeaba mi pecho. Deslicé mi blusa por mis hombros y la dejé a un lado, él arrojó mi pantalón a un costado también y se me quedó observando. Estaba en ropa interior ante sus ojos, ruborizada, me faltaba el aliento. Se acercó, besó mi rodilla y continuó bajando, besando la parte interior de mi muslo. Solté sin querer otro jadeo ante el roce de sus colmillos.
Cerró los ojos y rozó su mejilla en mi piel, subiendo a mi rodilla y soltando un bajo y grave ronroneo, como un gran felino. Eso me desarmó como siempre. Plantó nuevamente su penetrante mirada de depredador en mí y volvió a mi boca con rapidez.
Darío Morales
"Desnudo"
Rodeó mi cintura y pegó su frente a la mía. También le faltaba el aliento, el calor de su cuerpo se apoderó de mí. Ardía en amor, pasión y deseo, ardía en serio.
—Eres hermosa, ¿lo sabes? —murmuró con su grave y seductora voz.
Me hizo vibrar, me derretí. Noté que también estaba ruborizado, eso me prendió por completo y le besé, su calor me estaba embriagando. Le di un suave empujón haciendo que giremos, así quedar encima y poder despojarlo del pantalón, le besé más después de eso. No podía parar, él era mío, su cuerpo era mío, sus besos, su amor, su intensa pasión, su deseo. Todo mío.
—Eres mío —susurré contra su piel mientras lo devoraba a besos.
Le pedí que me desnudara y en su mirada hubo todo un cruce de pensamientos. Jamás en la vida había creído que le pediría algo así a un hombre, bueno, él no era técnicamente un hombre. Volvió a besarme, haciéndome olvidar lo que estaba pensando con su calor, y no le fue un problema desgarrar la poca ropa que quedaba.
Enloquecí al sentir toda su ardiente piel junto a la mía. Sus colmillos me hincaban casi sin piedad pero sólo conseguían hacerme gemir contra sus labios, deseando más. Besó mi mejilla mientras jadeaba de placer igual que yo.
Fue fácil guiarlo por la posición en la que estábamos. Para cuando llegó el momento, no pude evitar separar mis labios de los suyos por la fuerte e intensa sensación, y quejarme. Él juntó las cejas y soltó un grave gemido de placer, como si se tratara de la más dulce de las torturas, mientras apretaba su agarre en mi cintura. Abrió los ojos apenas para hacer contacto visual, su cálido aliento llenaba mi boca, ardí en pasión y volví a besarlo mientras terminábamos de unirnos.
Sentí que le pertenecía en cuerpo y alma, me volví vulnerable, la electricidad me recorría, impulsándome. Besó mi cuerpo, sus colmillos me rozaban la piel en sus apasionados besos, me sentía en el cielo.
Sus manos volvieron a recorrerme mientras nos besábamos de forma sensual y candente, callaba con mi boca los suaves gemidos que emitía de vez en cuando, y viceversa. Mordí suave su mejilla en otro arrebato de pasión y deseo. Él era delicioso, se me había entregado al cien por ciento, y tocaba y besaba mi cuerpo, haciendo cada centímetro suyo. Besé su cuello, su pecho, acariciaba su cabello enredándolo en mis dedos, besaba cada parte de su piel que lograba alcanzar».
(...).



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