martes, 31 de octubre de 2017

"Derrotada por sí misma", de ANA ITURGAIZ (ESPAÑA, 1965-- d.n.e.)

Fragmento perteneciente al libro "Acordes de seda", de fecha 2013  d.n.e.



Clara tomó aire y tomó una decisión. Y entonces se dio la vuelta y se dejó envolver entre sus brazos.

Nicolás no pudo verle la cara. La lámpara grande seguía sobre la mesa, a su espalda, y el candil de garabato, un pequeño recipiente que colgaba de la pared en una de las esquinas, no conseguía disipar las sombras del rostro de clara.

Si lo hubiera hecho, si la hubiera visto, se habría encontrado con el rostro de una Clara convencida, con la expresión de una mujer decidida, con una mujer que dejaba a un lado los miedos personales y atendía a sus deseos más íntimos.

Si lo hubiera hecho, si la hubiera mirado, habría notado la cara de una mujer enamorada.

No, Nicolás no le vio la cara, pero sintió el momento en el que ella se pegó a él, ansiosa, con urgencia, casi con violencia; el instante en el que tomó lo que la boca de Nicolás le ofrecía. Besó sus labios, buscó su lengua, le acompañó en el viaje. Lamió sus labios, probó su lengua, se unió a él. Mordió sus labios, bailó con su lengua, se dejó llevar.

Enterró las manos entre su pelo y lo besó. Lo besó hasta que lo sintió sonreír debajo de sus labios y un cosquilleo le subió desde el centro del pecho.

—¿Qué sucede?

—No recuerdo que antes te comportará de forma tan osada —aseguró Nicolás. Estaba feliz.

—Quizá porque no era fácil traspasar la barrera de la que te rodeabas.

—¿Y ahora qué?

—Algo la ha desmoronado.

Nicolás no pudo contener la sorpresa. Nunca hubiera imaginado aquella respuesta. Quizá tenia razón.

Ella lo besó de nuevo.

—No dejas de sorprenderme —confesó cuando finalizó el tórrido beso.

—A estas alturas, sé exactamente lo que busco —contextó con la voz ronca por el deseo—. Y conozco a la perfección lo que encuentro.

No hubo más palabras. Nicolás se quedó atrapado en la piel de su garganta, que asomaba por la camisa medio abierta. Pero Clara necesitaba más, más de él, que le recorriera el cuello entero, que le abriera el vestido y la cubriera con sus caricias.

Fue ella la que se desabrochó los botones... Leer más poemas de este autor en el blog BESOS.

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